Croquetas de morcilla, receta fácil y deliciosa
Fáciles de preparar y con un sabor muy intenso, así son estas ricas croquetas caseras de morcilla. Una estupenda receta para un aperitivo con los amigos o como entrante en una comida familiar. Están riquísimas!!
En esta ocasión vamos a preparar unas croquetas de morcilla caseras que están para chuparse los dedos. Yo he utilizado morcilla de Burgos porque es la que más me gusta para este tipo de recetas, pero puedes sustituirla por el tipo de morcilla que más te guste.
Sin lugar a dudas, las croquetas en general, son uno de los aperitivos mas típicos y extendidos por toda la geografía española. Sencillas de preparar y a la vez tan humildes, cada croqueta se convierte en el mejor bocado que nos podemos llevar a la boca.
Los pasos a seguir en este caso son muy similares a la elaboración de otras recetas de croquetas, lo único que cambia es el ingrediente principal, que como es lógico se trata de la morcilla. Vamos a comenzar con los ingredientes necesarios y seguidamente verás lo fácil que es preparar estas deliciosas croquetas.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Información de la receta
- Raciones: 4 personas
- Calorías por ración (kcal): 199
- Tiempo de preparación: 15 minutos
- Tiempo de refrigeración: 3 horas
- Tiempo de cocinado: 15 minutos
- Tiempo total: 3 horas y 30 minutos
- Tipo de cocina: Española
- Categoría: Aperitivos
Ingredientes de las croquetas de morcilla
- 100 gr de morcilla de Burgos
- ½ litro de leche entera fría
- 80 gr de mantequilla
- 70 gr de harina de trigo
- 2 huevos
- Pan rallado
- Nuez moscada
- Pimienta
- Aceite para freír
- Sal
Cómo preparar croquetas caseras de morcilla
Comenzamos quitando la piel de la morcilla y seguidamente la desmenuzamos bien y reservamos. Ponemos a calentar a fuego medio la mantequilla en una sartén o una cazuela de perfil bajo.
Removemos un poco con unas varillas de cocina y cuando esté hirviendo y completamente derretida, agregamos la harina, una pizca de nuez moscada, otra de pimienta molida y otra de sal.
Sofreímos la harina durante un minuto para quitarle el sabor a crudo y vertemos la leche fría poco a poco mientras continuamos removiendo hasta que esté bien diluido.
Incorporamos la morcilla desmenuzada que habíamos reservado y cocinamos hasta que al remover con las varillas, notemos que la bechamel ha espesado bastante y deja de pegarse en el fondo.
Retiramos del fuego y vertemos la masa en una bandeja o fuente, distribuimos bien por toda la base y dejamos que se atempere durante 3-4 minutos a temperatura ambiente.
Tapamos con film transparente procurando que haga contacto con la masa, así evitaremos que quede aire en su interior y se forme una costra.
Introducimos la bechamel en la nevera durante 3 horas por lo menos antes de continuar con la receta. Lo ideal sería dejarla de un día para otro.
Pasado el tiempo de reposo de la masa, ponemos a calentar abundante aceite para freír a fuego medio-alto.
Mientras se va calentando el aceite, cogemos porciones de la masa con una cuchara y formamos las croquetas con las manos. Iremos pasando las croquetas de morcilla primero por huevo batido y seguidamente por pan rallado, de tal forma que nos queden bien rebozadas.
Con el aceite ya caliente, vamos friendo las croquetas por tandas hasta que queden doraditas por todos los lados. A medida que las tengamos listas, las iremos retirando y las dejaremos sobre papel absorbente de cocina, así les quitaremos el exceso de aceite.
Repetiremos el procedimiento hasta terminar con toda la masa de las croquetas y listo, ya podemos disfrutarlas calentitas en la mesa. Buen provecho!!
Con qué acompañar estas croquetas
Si se sirven como un aperitivo basta con ponerlas en una fuente o plato y ponerlas encima de la mesa solas o acompañadas de tus salsas caseras preferidas.
Pero también se pueden degustar con alguna guarnición para complementar y así convertir las croquetas en un plato único espectacular. Basta con servirlas con una buena ensalada fresca preparada justo antes de sentarnos a comer.
Proceso de congelación de las croquetas
Las croquetas se pueden congelar antes de freírlas, nunca lo hagas después, ya que luego no quedarán tan ricas porque pueden estar pochas y demasiado aceitosas.
Después de pasarlas todas por el pan rallado, colócalas separadas unas de otras en una bandeja que te pueda caber perfectamente en el congelador. Tápalas con papel film y mételas en el congelador el tiempo necesario hasta que se congelen.
Una vez congeladas ya se pueden retirar de la bandeja e introducirlas todas juntas en una bolsa alimentaria con cierre. Al estar congeladas, ya no hay peligro de que se puedan pegar unas a otras y al mismo tiempo, ahorramos espacio en el congelador. Solo quedará conservarlas en el congelador hasta que vayamos a utilizarlas.
Cuando sea el momento de comer estas croquetas, no hace falta descongelarlas, tan solo calienta abundante aceite en una sartén o freidora y con el aceite ya caliente, fríe las croquetas hasta que queden doraditas por todos los lados.
Acuérdate que después de freírlas con el aceite, tienes que escurrirlas bien y dejarlas un par de minutos sobre papel absorbente de cocina para retirar el máximo aceite posible.